Marginalia. Escritor y lector se encuentran

Es en los márgenes, opinaba Edgar Allan Poe, “fuera de los límites marcados por la página y la imprenta, en la periferia del discurso, donde el escritor y el lector se encuentran.” Es el lugar donde el lector toma la palabra a través de la pluma, coincide, discrepa, replica, escribe y reescribe el texto que tiene frente a sus ojos. A veces anota un comentario; en otras, dibuja o garabatea sobre las tierras vírgenes de la página. A esa costumbre Coleridge la llamó marginaliaEl Cultural publica un breve reportaje de Mireya Hernández sobre esa escritura excéntrica:

Cuando Nelson Mandela estaba encarcelado en Sudáfrica, cayó en sus manos un libro de Shakespeare que circulaba entre los presos y anotó su nombre junto al pasaje de Julio César donde dice: “Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte”. 260 años antes, en la Bastilla, un joven Voltaire estudiaba literatura y escribía en los márgenes de las obras que leía. Los dos tuvieron más suerte que Sir Walter Raleigh, que fue decapitado en Londres justo después de redactar una declaración en el libro que estaba leyendo. En condiciones más favorables, otros como Milton, Quevedo, Thomas Jefferson, Darwin, Jane Austen,William Blake, Melville, T. S. Eliot, Borges o Northrop Frye, encontraron consuelo o libertad en los bordes inmaculados de las páginas.

Coleridge, un apuntador compulsivo, llamó a este hábito marginalia. Los comentarios del poeta inglés eran tan famosos que sus amigos le dejaban sus libros para que se los devolviera marcados. Era una costumbre que ya se practicaba en los textos clásicos del siglo I a. C. (los llamados escolios) y fue muy común en la Edad Media (los monjes que copiaban manuscritos solían llenar los pergaminos de expresiones de hastío y dibujos de conejos homicidas). El humor que puebla los márgenes de los libros puede ser descarnado como el de los frailes o un poco más divertido como el de Juan Ramón Jiménez o el de David Foster Wallace cuando decide dibujarle gafas, bigote y colmillos a Cormac McCarthy en la foto de su ejemplar de Suttree. Luego hay un humor un poco más sarcástico, como el comentario que hace Sylvia Plath junto al fragmento de la novela de Fitzgerald en que Gatsby espera en la entrada de la casa de los Buchannan mientras Daisy hace las paces con su marido: “El caballero espera fuera, el dragón se acuesta con la princesa”.

A veces la ironía se transforma en una crítica mordaz. Coleridge cuestionaba la calidad de las metáforas de Robert Southey. Mark Twain, que llenaba páginas enteras con sus opiniones y vituperios, se rió del inglés “pésimo” de John Dryden y escribió: “Un gato haría mejor literatura que ésta” en una novela de Sarah Grand. El escultor y cineasta sin cine Jorge Oteiza le dedicó un poema a Octavio Paz al comienzo de Árbol adentro donde lo acusaba de no tener talento y escribir poesía vulgar. David Markson, autor de La amante de Wittgenstein (la novela preferida de Foster Wallace), escribió: “Ya lo hemos entendido en páginas anteriores, está empezando a ser aburrido” en los márgenes de Ruido de fondo de DeLillo, casualmente la segunda novela favorita del escritor malogrado. La letra pequeña y precisa de Nabokov solía plasmar en inglés frases lapidarias alrededor de los párrafos que no aprobaba. En una antología del New Yorker calificó todos los cuentos y otorgó la máxima nota a Un día perfecto para el pez plátano, de Salinger, y a su propio Colette. La mayoría de autores salen mal parados, pero no es de extrañar teniendo en cuenta que el escritor y profesor de literatura describía la obra de T. S. Eliot y la de Thomas Mann como “de segunda” y “estúpida” respectivamente.

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El texto completo puede leerse aquí.

About Irad Nieto

About me? Irad Nieto es ensayista. Durante varios años mantuvo la columna de ensayo “Colegos” en la revista TextoS, de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Publicó el libro de ensayos El oficio de conversar (2006). Ha colaborado en diversas revistas como Letras Libres, Tierra Adentro, Nexos, Crítica y Luvina, entre otras. Fue columnista del semanario Río Doce, así como de los diarios Noroeste y El Debate, todos de Sinaloa. Su trabajo ha sido incluido en la antología de ensayistas El hacha puesta en la raíz, publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro en 2006 y en la antología de crónicas La letra en la mirada, publicada en la Colección Palabras del Humaya en 2009. Actualmente escribe la columna quincenal “Paréntesis” en El Sol de Sinaloa.
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2 Responses to Marginalia. Escritor y lector se encuentran

  1. María t says:

    Un post inteligente, divertido, sensacional.
    Los márgenes nos hacen libres, los libros también.
    Enhorabuena!
    María Tena

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