Entrevista con Horacio Castellanos

Página/12 publica hoy una entrevista con el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, a propósito de su nueva novela La sirvienta y el luchador (Tusquets, 2011), la cual aborda uno de los temas ya recurrentes en Castellanos Moya: la guerra civil de El Salvador (1981-1992). “La guerra es como una atmósfera negra que comienza a permear toda la ciudad y todo lo que se mueve en ella, a nadie le puede ir bien. Tal vez le pueda ir bien a la gente de afuera que hace negocio con la guerra, pero estando en el medio de ella, haciendo el negocio, le termina yendo mal.” Va una parte de la entrevista realizada por Mónica Maristain:

El escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya dice que siempre escribirá sobre su país de origen. “Aunque no sé muy bien qué es el destino, creo que mi rumbo literario ya está marcado. Aun cuando amplíe mi horizonte geográfico y sitúe alguna de mis novelas en otro sitio, mis personajes serán salvadoreños”, afirma el celebrado autor de El asco.

Prolífico y consecuente, nacido en realidad en Honduras el 21 de noviembre de 1957, Castellanos acaba de publicar La sirvienta y el luchador, donde vuelve a transitar con pies de plomo y muerte los sangrientos senderos de la guerra civil (1981-1992) en El Salvador. Lo hace echando mano de dos personajes que representan el blanco y negro de un país sin salida. Por un lado, la ingenua sirvienta María Elena, el bien absoluto, y por el otro, el policía y ex luchador Vikingo, un representante del mal en su estado puro.

Los dos personajes centrales se mueven casi a tientas, el uno matando y torturando, la otra intentando salvar lo insalvable, en un caos de bombas, ráfagas de ametralladoras e identidades solapadas donde nadie se muestra tal cual es, por miedo a ser asesinado. “Sin dudas es una novela sobre la muerte, porque es una novela sobre un período en que imperaba el terror, que es cuando la muerte enloquece, se suelta el pelo, comienza a dar alaridos y a bailar en medio de una ciudad en llamas”, precisa el escritor.

La novela está inspirada en una pareja de amigos de Horacio Castellanos, asesinada por el ejército, y que aparece como sustrato en la historia, una circunstancia que al escritor le hace pensar que “todavía hay en El Salvador heridas muy abiertas, muy calientes. Hace apenas 20 años que terminó la guerra y recién ahora hay un gobierno de izquierdas que permite revisar un poco el pasado”.

Horacio Castellanos Moya vivió en la capital salvadoreña desde muy pequeño hasta 1979, cuando tuvo que abandonar el país. Su primer trabajo literario fue la antología poética La margarita emocionante, de 1980.

Su primera novela, La diáspora, está dedicada a contar las experiencias de los intelectuales salvadoreños exiliados a causa del conflicto armado. Esta obra ganó el Premio Nacional de Novela 1988. Como periodista se ha desempeñado como corresponsal, editor y director de diversos periódicos y revistas en las capitales mexicana y salvadoreña. Sus escritos han sido difundidos por numerosas publicaciones periódicas de Hispanoamérica, entre las que se encuentran el diario La Opinión (Los Angeles, California), las revistas Tendencias y Cultura (San Salvador, El Salvador), el periódico semanal Journal do Pais y Cuadernos del Tercer Mundo (Río de Janeiro), los diarios El día y Excelsior (México), las revistas Proceso, Casa del tiempo, Plural, Límite sur, Estrategia y La brújula en el bolsillo (México).

En 2000 dio a conocer la novela La diabla en el espejo, finalista del premio internacional Rómulo Gallegos, en su edición del año 2001.

Con El asco, publicada en 1997, Castellanos Moya logró una gran repercusión internacional. Es una novela que realiza un homenaje a los personajes de Thomas Bernhard que incluso logró impresionar al traductor al español del escritor austríaco. La novela lleva siete ediciones en El Salvador, en donde se convirtió en el libro de culto de los últimos años, pasando de mano en mano. Sus relatos han sido traducidos e incluidos en antologías en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, El Salvador y Costa Rica. El autor reside en Pittsburg, Estados Unidos.

–En La sirvienta y el luchador hay un ritmo propio de un Martin Scorsese…

–¿Usted cree? No sé, era lo que requería la historia…

–La historia requería vértigo y un tempo casi cinematográfico, una intriga que se come a la otra todo el tiempo…

–Sí, cuando hay situaciones así tan extremas y tiempos tan veloces siempre aparecen muchas intrigas en el medio. Uno cree que está en la intriga, pero siempre hay otras intrigas paralelas que lo afectan a uno. Eso es muy interesante, porque también pasa, por ejemplo, con los golpes de Estado. Hay un principio que dice que nunca hay un golpe solo, hay uno que gana, pero hay varios al mismo tiempo. Y es igual que cuando se dan grandes momentos de desmoronamiento histórico o de colapso de sociedades. Muchas intrigas simultáneas.

–Esta sucesión de intrigas es lo que produce quizá que el final de su libro sea un final abierto…

–Bueno, abierto en un aspecto y cerrado en otro, porque el libro comienza con la desaparición de una pareja y el libro termina con el enterramiento de los cadáveres de esa pareja. Esa historia, que es una historia de bajo perfil dentro del libro pero es en realidad la sostenedora de la novela, se cierra. Lo que no se cierra son otras historias secundarias

About Irad Nieto

About me? Irad Nieto es ensayista. Durante varios años mantuvo la columna de ensayo “Colegos” en la revista TextoS, de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Publicó el libro de ensayos El oficio de conversar (2006). Ha colaborado en diversas revistas como Letras Libres, Tierra Adentro, Nexos, Crítica y Luvina, entre otras. Fue columnista del semanario Río Doce, así como de los diarios Noroeste y El Debate, todos de Sinaloa. Su trabajo ha sido incluido en la antología de ensayistas El hacha puesta en la raíz, publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro en 2006 y en la antología de crónicas La letra en la mirada, publicada en la Colección Palabras del Humaya en 2009. Actualmente escribe la columna quincenal “Paréntesis” en El Sol de Sinaloa.
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