Con motivo del libro La sociedad decente (Paidós), del profesor Avishai Margalit, Fernando Savater reflexiona en torno a la pregunta o al bosquejo de una sociedad deseable. Aunque el tópico es complejo, no por ello debemos evitar su discusión. Así avanzan las sociedades civilizadas. Escribe Savater:
A diferencia de las utopías, que son maniáticamente detallistas y cerradas (el sueño de unos pocos que se convierte en pesadilla de todos los demás, si se llevan a la práctica), los ideales sirven siempre de generosa inspiración pero pagan el precio de mantenerse inconcretos y permitir interpretaciones contradictorias. De modo que la pregunta “¿qué tipo de sociedad queremos?” no es nada fácil de contestar. Mencionamos palabras venerables -libertad, justicia, seguridad, igualdad…- pero luego constatamos que cada cual tiene su propia versión de ellas y que en todo caso no es fácil que casen unas con otras sin eso que Max Weber llamaba “choque de dioses”.
Sin embargo, más allá de la solución de problemas logísticos concretos o de repeler ciertos males, parece humanamente necesario algún bosquejo de la sociedad deseable: en principio, por razones educativas. Quienes hoy propugnan abolir cualquier ideario político del programa docente -¡la infame Educación para la Ciudadanía!- denuncian así su pánico a definir de modo articulado y conjunto lo que tienen por preferible o a que, si lo hacen, se evidencie su incompatibilidad con los derechos fundamentales ya establecidos en las democracias contemporáneas. Al neófito que pregunta el porqué de cuanto proscribimos o prescribimos ningún maestro puede responder solamente: “De momento, es lo que hay”.
Por supuesto, necesitamos una orientación general debatible y no un recetario de dogmas inapelables. Buscamos fórmulas no lacradas con el sello bloqueador de la izquierda o la derecha. De ahí el interés de La sociedad decente (Paidós) del profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén Avishai Margalit, cuya primera inspiración es probablemente la noción de common decency de George Orwell. Para Margalit, la sociedad decente es aquella cuyas instituciones no humillan a ningún ciudadano, es decir no lesionan el respeto que se tienen a sí mismos ni excluyen a ninguna minoría moralmente legítima. Las leyes encauzan y acogen, pero procuran no ofender imponiendo condicionamientos que jerarquicen a los ciudadanos en primera, segunda… o tercera clase. Desde luego, tampoco este desiderátum es obvio ni intuitivo y la obra del profesor Margalit -que tiene como trasfondo vital aunque no teórico la convivencia entre judíos y palestinos- recorre sus variados aspectos con análisis siempre interesantes aunque a veces objetables…