Joyce Carol Oates: una entrevista y una crítica (no muy favorable) de su novela “Ave del paraíso”

La Revista de Libros del diario El Mercurio publica hoy una entrevista con la prolífica escritora norteamericana Joyce Carol Oates, con motivo de la aparición de su más reciente novela traducida al español: Ave del paraíso (Alfaguara, 2010). La entrevista:

-El hecho de situar la historia en una ciudad llamada Sparta ya nos sitúa en un ambiente trágico.

– En el norte del estado de Nueva York hay una zona montañosa en la que hay ciudades que tienen nombres míticos de la antigüedad: Roma, Troya, Siracusa… y se prestan muy bien para pensar en una tragedia griega clásica. Aunque la ciudad sobre la que escribo no es Atenas de ninguna manera. El lugar sobre el que escribo es un sitio de trabajo duro, de disciplina, de una felicidad mínima. De hecho, era el título original de la novela: “Sparta”.

-¿Se basa en una historia real?

-Es una combinación de veracidad histórica y de mi imaginación. Los personajes no existieron, pero la situación, sí. Hay una tragedia, ya que hay un acto de violencia criminal y hay sospechosos que son interrogados por la policía y sufren la desintegración de sus vidas y de sus familias, a pesar de que nunca son juzgados ni condenados, ni siquiera arrestados. Pero tampoco son nunca exonerados públicamente.

-¿Por qué quiso tratar esa obsesión de la protagonista con el padre?

-Mi padre había muerto dos años antes de empezar a escribir el libro, y he explorado la relación muy intensa y especial que hay entre un padre y su hija. En este caso, la hija cree que el padre es inocente y lucha por demostrarlo y que se le haga un acto de justicia.

-¿Seguirá desarrollando en el futuro la relación entre padres e hijos?

-Sí. A menudo la veo en términos emblemáticos, sociales, incluso políticos, como la relación entre una generación y la siguiente. En otras novelas he explorado el tema de la familia inmigrante que llega a Estados Unidos, y la relación entre la generación que llega y la siguiente, ya nacida y criada en Estados Unidos, y por tanto americanizada. Es el gran drama de la inmigración norteamericana. Lo traté en La hija del sepulturero; esa fue la historia de mi abuela y también de muchas otras personas, si no en términos literales, sí en términos simbólicos.

-¿Vuelve a estar sobre la mesa el conflicto racial desde que Barack Obama es Presidente?

-Cuando Obama fue elegido todos nos sentimos felices e increíblemente sorprendidos, pero ahora que es Presidente empezamos a notar que hay una serie de problemas subterráneos, y que de alguna manera están alimentados por la cuestión racial.

-¿En qué sentido?

– Muchas personas cuestionan la Presidencia de Obama sobre la base misma de la identidad del Presidente. Muchos se preguntan si es realmente norteamericano; no dicen directamente “no es blanco”, sino: “¿su identidad es realmente norteamericana?”.

-Suele haber violencia en sus libros, pero de un origen pasional, una pulsión de las entrañas.

-La literatura universal siempre ha tratado estos temas. La Ilíada y La Odisea en la tradición occidental colocan a seres humanos en situaciones absolutamente extremas en las que de alguna manera las pasiones humanas más profundas afloran y quedan reveladas. Como autora me siento identificada con esta tradición, con esta escuela de literatura; sin embargo, la mía no es una postura oscura, en el sentido de que sólo los aspectos más oscuros del alma humana quedan revelados. También en estas situaciones extremas afloran en mis personajes características positivas, los puntos fuertes del alma humana.

-¿También busca dotar de belleza las situaciones horribles que a veces describe?

-Como escritora trato de percibir el mundo de la forma más objetiva posible, más allá de las emociones humanas. Al analizar mi propia vida me doy cuenta de que las experiencias duras, traumáticas que he vivido, siempre estaban rodeadas del mundo real, nunca perdía de vista que el mundo que me rodeaba estaba allí, y que era bello. Por eso disfruto describiéndolo: el paisaje, el cielo, la lluvia… Todos tenemos la capacidad de ver esto. Cuando recordamos experiencias difíciles, nos damos cuenta de que esa belleza de la que hablo, la belleza del mundo, estaba allí, aunque no la viéramos en ese momento por la intensidad del trauma que vivíamos.

-Eso se ve claramente en la escena en la que uno de los jóvenes protagonistas encuentra a su madre muerta.

-Estuve concentrándome intensamente para imaginarla como una película que proyectaba en mi cabeza, e imaginaba con todos los detalles cómo el chico entraba en la casa, entraba en una habitación, subía las escaleras, entraba en otra habitación, de manera muy vívida, como en una película alucinatoria. Y lo viví de una forma tan intensa que de hecho el personaje era yo, yo me convertía en él. Esta escena debía describir lo que cualquier niño del mundo podría sentir al ver el cuerpo muerto de su padre o madre, la sorpresa absoluta al ver el cuerpo sin vida de su progenitor.

-¿Hay una ambición de totalidad en sus novelas, una idea “balzaciana” de crear una comedia humana global del siglo XX?

-He escrito muchas novelas en mi carrera que reflejan diferentes niveles sociales, en diferentes décadas. Me he inspirado en Balzac, pero también en Faulkner, Stendhal. Me interesa mirar la sociedad, examinarla, analizarla.

-¿Qué puede decirnos de su próximo trabajo?

-Mi próxima novela, en la que estoy trabajando ahora, es sobre una mujer con una carrera muy exitosa, que la ha llevado a ser presidenta de una universidad norteamericana, lo que es muy poco habitual en Estados Unidos. Intento analizar su experiencia.

-¿Será también una superviviente?

-Sí, desde luego. Pretendo explorar la vida personal e íntima de una mujer con una carrera pública; de hecho, tiene dos vidas, una pública y otra personal, privada. Es una novela muy difícil de escribir, paradójicamente, porque conozco muy bien el material.

-¿Es autobiográfica?

-Contiene algún material autobiográfico, de mi vida como profesora, pero el personaje protagonista no soy yo; desde luego, es alguien distinto, por ejemplo, no está casada, como yo. Me interesa concentrarme en la dicotomía entre la vida pública y la privada, la situación de doble vida que muchas personas se ven abocadas a experimentar. En esa dicotomía siempre existe un sacrificio, y normalmente es la vida privada la que se sacrifica. El dilema es: ¿vale la pena?

-¿Hay un patrón de mujer que sacrifica su vida privada por una carrera profesional exitosa?

-Tengo dudas sobre si hay una norma o un perfil en este sentido; cada persona es un mundo distinto, y he conocido personas que tienen ese dilema y poseen perfiles muy distintos. En Estados Unidos, para bien o para mal, la mujer con más proyección pública de éxito es Hillary Clinton, y muchas personas han hecho un seguimiento de su carrera desde los años 60. Es un personaje complejo y multifacético. En su caso, después de muchos altibajos, incluso los que eran más críticos con ella en el pasado han llegado a aceptar que su carrera pública es impoluta y que roza la excelencia.

-Podría ser el caso opuesto al de Marilyn Monroe, de la que por cierto ahora se hará una película basándose en la biografía que usted escribió.

-Sí, Blonde ( Rubia ) es una biografía ficcionada sobre Norma Jeane Baker, el nombre real de Marilyn. A ella le tocó vivir una época en que la mujer no tenía el grado de libertad del que disfruta hoy. Además, en Hollywood los actores eran auténticos siervos de la gran industria cinematográfica, se les obligaba a firmar contratos que les limitaban enormemente su libertad personal, de una forma esclavista. Su vida puede ser vista como una auténtica tragedia por el momento y el lugar en que le tocó vivir. Si hubiera sido una actriz de éxito hoy en día, su vida quizás habría sido muy distinta.

-¿Cuál es su rutina, cómo es un día normal de trabajo para usted?

-Para muchos escritores o artistas en general, el trabajo empieza mientras paseas, sueñas despierto, cuando dejas que los pensamientos corran libres. De hecho, comienzo a trabajar cuando comienzo a meditar. Mi mejor forma de trabajar es pensar muy intensamente, muy concentrada mientras troto, o camino, y luego tomo notas muy rápidas de lo que se me ha ocurrido; más tarde paso estos esbozos al computador. Mi estilo de trabajo tiene estas tres fases: pensar, anotarlas de forma rápida y luego transcribirlas pausadamente.

En el ABC cultural Rodrigo Fresán, quien ha leído con paciencia los libros de Joyce Carol, escribe una reseña de la novela Ave del paraíso, en la que reflexiona lo siguiente:

Sépanlo: en el tiempo que yo demoro en escribir esta reseña, Joyce Carol Oates escribe un relato largo. En el tiempo en que ustedes tardan en leerla, a Oates se le ocurren dos o tres ideas para sus cuatro o cinco próximos libros. Y en el tiempo que se dedica a la lectura de Ave del paraíso, Oates escribe unos cuantos ensayos y reseñas y, por lo menos, una novela de similar longitud. Así, están la velocidad del sonido, la velocidad de la luz y la velocidad de la Oates. La exageración no demasiado exagerada del chiste de aquí arriba es pertinente; porque en ella va implícita la crítica más dura que se le puede hacer a esta meritoria escritora. Su fecunda celeridad nos ha traído muy buenos libros (entre sus más de cien títulos y, sumando, algunos no tan buenos); pero, al mismo tiempo y ritmo, nos ha privado de varias obras maestras. Y ese es el caso de Ave del paraíso ?al que le faltan esos cinco minutos decisivos de cocción o unos cuantos meses de reflexión y revisión?, que podría volar mucho más alto de lo que vuela si Oates no pareciera tan empeñada en ingresar en el Libro Guinness de los Récords o acaso aquejada por un compulsivo y misterioso virus decimonónico del que es la única y privilegiada víctima y orgullosa dueña. Oates parece perder los papeles y no saber cómo y por dónde seguir. Esto podría entenderse como un rasgo de estilo. Una cosa sí es segura: ser fan de Oates (alguien apuntó que posiblemente sea la única escritora cuyos seguidores desean que escriba un poco menos, ¿sí?) implica dedicarse casi en exclusiva y full-time a la persecución en abismo sin fondo de una obra donde la mano (de la escritora) es más rápida que el ojo (de los lectores) y donde, bastante seguido, se accede al desconsolador consuelo del déjà-vu…

(Texto completo)

About Irad Nieto

About me? Irad Nieto es ensayista. Durante varios años mantuvo la columna de ensayo “Colegos” en la revista TextoS, de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Publicó el libro de ensayos El oficio de conversar (2006). Ha colaborado en diversas revistas como Letras Libres, Tierra Adentro, Nexos, Crítica y Luvina, entre otras. Fue columnista del semanario Río Doce, así como de los diarios Noroeste y El Debate, todos de Sinaloa. Su trabajo ha sido incluido en la antología de ensayistas El hacha puesta en la raíz, publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro en 2006 y en la antología de crónicas La letra en la mirada, publicada en la Colección Palabras del Humaya en 2009. Actualmente escribe la columna quincenal “Paréntesis” en El Sol de Sinaloa.
This entry was posted in Crítica literaria, Libros, Revistas culturales. Bookmark the permalink.

4 Responses to Joyce Carol Oates: una entrevista y una crítica (no muy favorable) de su novela “Ave del paraíso”

  1. paulina says:

    ola. no la conocía aunque parece ser muy conocida. si tuvieras que recomendar una o dos de sus novelas o libros (estoy considerando que has leído varios), ¿cuáles serían? gracias 🙂

    Liked by 1 person

  2. paulina says:

    hola… quise escribir….

    Like

Leave a comment